-¿El qué?
-El amor.
-Nunca.
-Ahora mismo estoy sintiendo un escalofrío. Quizás sea solo este poquito la realidad que envuelvo el tópico.
-No creo...
-¿Por qué?
-Supongo que creerás que él te ama, que jamás te dejará, que ese amor cada día es más grande y que eres especial... bah, ¡sosadas! Y una imbécil como tú que se las cree.
-Ah, bueno, chica madura, dime, ¿en qué sueñas tú cuando te vas a la cama? ¿acaso no ves unos ojos que desean amarte para el resto de los días, aunque solo sea un sueño, una ilusión, que queriéndolo mancha toda la noche de fantasías? ¡Dime! ¿qué haces tú?
-Jajajajaja
-Estoy segura de que lloras porque no tienes esos ojos, que lamentas no vivir, haber muerto en el amor.
-No, querida, yo me pinto las uñas y los labios de rojo, me enfundo la cajetilla en los vaqueros y, entonces, comienzo a vivir.