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miércoles, 29 de diciembre de 2010




Fuimos como dos cuerpos de alquiler.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Silvia

·Hold my hand, by MichaelJackson·


Quizás podría prescindir de todo; de todo aquello superfluo, de lo que ves por televisión, de las modas, del agua, de aquellos a los que tanto di y que tanto me dieron, de todo lo aprendido, las caricias aquellas y estas, el sabor, todas las tormentas, las sequías, de mí misma, quizás.



Pero no de ti.



Sonará exagerado. Pero todo eso es cierto. Es cierto que te quiero, que te quiero tanto que no soy capaz de explicarlo, que las palabras quieren salir todas a la vez de mi boca, y se atascan en mi garganta, me ahogan y solo suspiro. Me resigno a explicar todo lo que significas para mí.

Y es que no solo lo eres todo en mi vida, mi todo; lo eres para tantas personas... eres ese granito de azúcar -que ya aquí antes he nombrado- para tantas personas, esa chispa de dulzura en un momento puntual, que mancha sin querer con sonrisas todo un recuerdo, toda una vida. La mía.



La mía que es la tuya, pues has vivido conmigo y yo he vivido contigo, más que con cualquier otra persona.

Callejuelas empedradas, globos de agua, otoños marrones, olivas y uvas, abrazos olvidados, cromos, chozas, tardes de sol y de tanto viento, como ninguna y como muchas, riñas y des-riñas, combas, hemos vivido escondites, escaleras y risas, golosinas y personas. Tanto. Tanto de ti y tanto de mí. Pegadas la una a la otra; uña y carne, y muchas veces, como una única carne ambas.
Y por todo esto, incluso sin todo esto, he de quererte y agradecerte que seas parte de mi, o que sea yo parte de ti. Que seamos una misma parte las dos.
Para siempre.








Porque cada noche rezo por ti.
Y porque siempre esté a tu lado.

Te quiero. Tanto, tanto, tanto, tanto, tanto.





[Not a simple for ever.
A really.]

jueves, 9 de diciembre de 2010

Amargo·Amarga

-Clavado en un bar, Maná-


El humo inunda cada espacio del tugurio y en mis labios baila como una gitana de magia negra, cabellos rebeldes, movimientos suaves y de caderas volubles.

El café, amargo. Amarga mi alma. Y tu número en la cabina telefónica de un rincón del angosto bar.

Recuerdo aquella noche. Era febrero, quizás. Quizás mayo. Seguro no era noviembre, este noviembre que me quema la piel y la vida.
Tan caliente tú, siempre tan caliente. Y yo tan cachondo...
Me mordías la piel y yo tu alma. Engañaste a mi apetito durante tres días y sus tres noches con tu aroma. Hasta que, moribundo y hambriento, como un perro callejero, me perdí de aquella cama para no saber nunca regresar.

Y hoy, estoy aquí. Sé que no me recordarás, nadie lo hará. Seguro moriré a tres o cuatro pasos de aquí sin que nadie llore.

Pero solo por ti, solo por ti yo lo haré, en esta servilleta sucia y amarga de café, sucia de mi.


Se consume un cigarro en el cenicero.
Se consume mi vida, en un cenicero.