Llega de nuevo el sol, y otra vez vuelvo a ver el vuelo de tu falda junto al estanque, tu pelo abrazando al calor y, con tus ojos verdes menta cerraditos, inspiras para sonreír.
Me dijeron que no eras más que una simple niña que baila y sueña, que se porta mal y de vez en cuando habla suavemente, pero, ¿sabes? o me engañaron, o es que no tenían ni idea de quién estaban hablando pura demagogia.
Porque tu eres algo más; no eres una niña, ni eres una mujer. Ni lo quieres ser, ni nunca lo serás. Estás fuera de todo esto. Tú nunca entras dentro de ninguna regla socialmente establecida, ninguna etiqueta te queda bien, en ningún paquete te hemos de meter, pues eres algo fuera de serie.
La mayor parte del tiempo te lo pasas en silencio, sonriendo y comiendo caramelos de regaliz negro. Algunos dicen que no tienes voz ¿has oído que bobada? Tu voz es tu flauta travesera, y cuando hablas en clave de sol, consigues hacerme enmudecer a mí también.
Creo que algún día acabaré tan loco como dicen que lo estás tú; algún día callaré para comprender de verdad qué es el sonido, el sonido bello de la vida, y quizás consiga sonreír sin que nadie más entienda el por qué.