Besó la muerte con los labios del alma, que susurraban lentamente que no.
Entró en la habitación blanca, con los sentidos dormidos y una lágrima cayendo de su ojo, rozando su mejilla para perderse en los pliegues de la bata, junto a un rosario azul turquesa que llevaba en cada bolita un beso de amor puro.
Humo denso en su mente, con el corazón encogido y arrugado, viejo, mientras que su alma joven se aferraba fuerte a la vida y a ella.
Afuera nos nervios corrían sobre blancos caballos bravíos en cada cuerpo.
La impotencia se adueñaba de cada uno. A su manera. Ojos rojos y desesperación. Las esperanzas se mezclaban con el ambiente cargado, olor a desinfectante y batas blancas que vagaban como almas en el purgatorio.
Oh, Darling.
Y en un suspiro, vida y muerte convergieron, dando a luz a una pequeña ilusión de esperanza.
And I’m still waiting for a shiny day.
Y en mi, una tormenta de dolor llovía desde las pestañas.