Ojala fuéramos cintas de seda mecidas por el viento, surcando lugares, parajes desconocidos.
Suaves, finas y ondulantes.
Mezclándonos con las hojas del otoño en su caída, entre ocre y caramelo otoño.
Mezclándonos con la fría nieve y siendo golpeadas por las lágrimas de la tormenta.
Mezclándonos con el polen que fecunda en el viento la primavera.
Sacudidas por la calurosa brisa, que calma, alienta, sofoca... verano.
Ser cintas de seda que se mueven sensualmente.
Serpientes de colores del devenir.