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sábado, 29 de mayo de 2010

Me desperté feliz de verte a mi lado.

(En Imagen: el famoso hueco de su espalda)
=)


Hoy desperté feliz en mi cama, y me alegré de despertar en mi cama, y feliz.
Esta mañana sentí el movimiento de mis piernas libres y alguien me susurró que tenía unas bonitas piernas.
Mi sonrisa brillaba esta mañana, sí, pero no tanto.
No tanto como ahora mismo, y es que, lo que más me gusta en este mundo es hacer feliz a las personas que pueda, y sobre todo, hacerte feliz a ti. Me sonrojo cuando me lo agradecen, pero cuando lo haces tú, no tengo otra forma de callar tus alabanzas a besos, o a mordiscos, ¿por qué no? me gusta morderte a veces, y no tan a veces, de hecho, hay veces que me gusta morderte siempre, con frecuencia, ¿entiendes, verdad?

Pues eso, que cuando se me abrieron los ojos una luz azul iluminaba a gotitas de persiana la moqueta salmón de mi habitación, el edredón blanco y los muebles también, centellaban ante la ilusión de que el verano ya estaba aquí (aunque me gustase más la primavera e incluso el invierno), bueno, que ellos estaban que echaban chispas.

La noche anterior había dejado entreabierta la ventana para dormirme mecida por la dulce brisa que me cuenta historias que algún día vivió entre las callejuelas de este nuestro pueblo. Y hay veces que me duermo antes de que empiece tan si quiera, pero otras, me quedo en vilo la noche entera, oyéndola murmurar, susurrarme fantasías que ni mi extensa imaginación es capaz de abarcar, y cuando está a punto de desvelarme el final, mis párpados caen, atravesados por la feroz bala de Morfeo.

Y cuando despierto, vuelvo a tener hambre de ti.
Y como del hueco de tu espalda.



viernes, 21 de mayo de 2010

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En el fondo, a todos se nos eriza la piel, salen de sus capullos las mariposas de nuestros estómagos para bailar durante dos meses.

Sol, calor, descanso, playa, ... pero no. Este año todo se queda demasiado corto. Quiero Martini a la orilla del mar, quiero multitud vestida de blanco en las terrazas ibicencas, quiero pamelas de mimbre y gafas originales. Quiero ropa vaporosa y amplia.
Quiero estar contigo, por, y para siempre. No quiero que te vayas, por razones indiferentes, no quiero tener que echarte de menos. Quiero tu saliva. Quiero que me refresques en las noches de verano, o que me hagas evaporar del calor -el fuego de tu cuerpo-.

Porque en el fondo, a todos nos picotea el gusano del Verano, nos roe como el gusano a la manzana verde.

Adoro el invierno, pero no me colapsa emocionalmente como lo consigue el verano, y es que tiene una fuerza contra la que -y mira que lo he intentado- no me puedo resistir.




Sé que es pronto aún, que la primavera no ha dejado de hacer acto de presencia, pero ya todo el mundo habla de él: Feliz Verano Bloggers (:

lunes, 17 de mayo de 2010

La Tía Toñi hace las mejores meriendas del mundo mundial



Desde pequeña lo adoré, no sé cómo ni porque.
En realidad no tiene iglesias bizantinas de marcados retablos ni frescos en cada esquina, no tiene calles empedradas con arcos en las entradas ni escudos en las fachadas de piedra caliza, sin embargo Villalba de Rioja cobija una perla entre sus viñedos, una verdadera joya que se desliza sin ningún reparo por sus calles.

La Tía Toñi.

Es de esas tías que... que a todo el mundo le gustaría llamar tía.
De las tías que cuando te dan besos, parece que se te van a quedar grabados y te imaginas años después echándola en falta por cualquier motivo, en tu vida, sintiendo esos besos repetitivos y picoteantes tan llenos de sabor aún en la piel, e incluso creyendo que si te miras al espejo, puedes verlos.
Cuando más guapa está, es cuando se pone un delantal. Y sí, claro, cuando se maquilla y a pesar de los años, sigue siendo tan guapa, TAN GUAPA, porque la tía Toñi era increíblemente guapa -tenía el pelo largo, liso y oscuro, con ojos achinados de forma que nadie podría negar que era una auténtica azteca en plena sierra ibérica, con unas finas y suaves piernas de alfileres pero con forma, ella tenía curvas y tenía carisma, sonrisa enorme y agradable, y blanca como ninguna otra-.
La Tía Toñi hace las mejores meriendas del mundo mundial. Y eso por no mencionar los desayunos de chocolate caliente y bizcocho (magdalenas en su defecto).

La finca de la Tía Toñi tiene de todo; desde una pequeña y bonita bodega, hasta melocotoneros, caballos, gallinas, perales, cerdos, conejos, una apañada huertita, rosales, fresas, setos, nueces por el suelo, almendrucos...
Y lo mismo la tienes el Domingo en zapatos de tacón, como te la encuentras en zapatillas de casa por la finca con sus tres nietecitos enseñándoles los nombres de las flores, repartiendo besos y sobre todo, el tiempo del que disponga o no.

Cuando yo era pequeña (y volviendo a la raíz del asunto) me encantaba subir a Villalba. En cuanto llegábamos en el coche, la tía ya estaba asomada en la bonita y blanca terraza con su sonrisa, me bajaba del coche a todo meter, con cinturón o si él, ¿eh?, cogía la llave de la cochera por donde se accede a la casa -no os penséis que os voy a desvelar el escondrijo-, abría la puerta, y ya se podían olvidar mis padres de mí, porque cogía la escaleras de tres en tres hasta llegar a los cariñosos brazos de la Tía Toñi.
Si era invierno, calentaba la chapa con los maderos que yo le ayudaba a subir en la cesta de mimbre, y si era verano, paseábamos por la finca haciendo todo tipo de tareas y labores que tan gustosamente desempeñaba con mi ayuda -que sería más des-ayuda que otra cosa-. Pero eso sí: siempre volvía con alguna pulga a casa que me desquiciaba una semana o dos, hasta que volvía a subir, aunque me daba igual, ¿eh?
Eso eran gajes del oficio... =)


¿Y sabéis? La quiero con todo el alma que tengo en el pecho, la quiero en cada extremidad, la quiero de respiración en respiración, su olor, su pelo, sus besos, la quiero con o sin Villalba (aunque me duela admitirlo), la quiero por Norte y Sur, cada ápice de su cuerpo tendrá por siempre el cariño de su sobrinita, la más pequeña de todas, la del pelo largo, la de los hoyuelos, la de los vestidos y lazos.
Yo, la querré por siempre.


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