Y los árboles alegaban que no sabían nada, mientras acariciaban las nubes con las puntitas de los dedos.
Las flores negaban toda complicidad, abriendo sus ojos dorados sorprendidas.
Ni siquiera los pájaros, que todo lo ven cuando juegan a correr sobre el aire, sabían nada.
Y creo que mienten. ¿Puede ser que tuvieras tanta dulzura como para hacerles cómplices?
No quería un hasta luego, no me arrastraría tanto, con un adiós bastaba.
Ahora, que los árboles lloran marrón y ámbar, que las flores se diluyeron en el viento, junto con el canto de aquellos... quizá es porque te arrepentiste.
Quizás sea porque te olvidé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Aleteame palabras de purpurina!