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domingo, 6 de junio de 2010

Rocío y sus mil maravillas.





Era igual que una niña con carácter.

Tenía un pelo precioso. Caían a sus hombros, desnudos tirabuzones de chocolate que se mezclaban con hilos de oro cuando el verano se acercaba.

Bajando, encontrába sus ojos claros como agua de mar tras la marejada.
Los ojos de Rocío te relajaban cuando necesitabas, aunque a veces, esos cachitos de mar se desbordaban y se convertían en nubes furiosas que traían tormentas con gotas de la mar salada.

Cuando se ruborizaba, aparecían pequitas sonrojadas en su naricita y pómulos de niña pequeña. Colmaban la redondez y dulzura de su naricita.

Más abajo, ya casi en el acantilado de su garganta, se abría una de las sonrisas más bonitas que jamás he llegado a ver. Tenía unas paletas redondeadas y todos los dientes de un blanco cual Colgate.
Sus labios... sus labios eran perfectos. El superior y el inferior estaban conpensados en forma y tamaño. Cuando se maquillaba, les solía dar algo de brillo transparente -ella siempre fue discreta- que les hacía resultar jugosos.
Pero a mí, me encantaba cuando se reía. A veces se le cortaba la repsiración, pero otras, hacía un ruido al coger aire que siempre incitaba a mis carcajadas. Se le coloreaban los mofletes y una mirada de caramelo colmaba su cuerpo.


Y a pesar de todo, esto no es lo más bello que tenía Rocío. Ela escondí lo mejor para el final, dejaba que te sorprendieses más, cuando la conocías. Suf roma de ser... poca gente la tiene; era la chica más amable, más dulce y men suave del mundo y sin embargo, guardaba firmeza, carácter y fuerza en su interior. Estoy segura de que si no la hubiese tenido, hoy no estaría golpeando teclas y diciendo lo muncho que me gustaban los detalles de Rocío: su gusto los estampados de flores, me hacía reír cuando se enfadaba y cuando me veía mal, no paraba hasta consolarme.

Y alguna vez, ví en ella una mirada felina.
Una sensualidad que debía de esconder en algún bolsillo escondido y que, en contadas ocasiones, dejaba escapar. Sus ojos claros brillaban con la oscuridad de la noche, el manto marrón chocolate se ondulaba en torno a una sonrisa pícara que no dejaba ver toda su dentadura, y entonces... yo ya no la conocía.




Y por todo esto, y mucho más, a pesar del tiempo y de la distancia que nos separa a veces: le quiero.

4 comentarios:

  1. Reléetelo que te has dejado cosiñas mi amol, de palabras jaja
    ay Ro Ro (L)

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  2. te adoroo mil gracias(L) que mas se puede decir de mi....lo a dxo todoo
    te quiero

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  3. jajaja tenias razon es mu bueno jaja aunke yo abria posto algo mas jaja por lo demas todo en orden xd
    un bss
    tQ...S-O-S-A

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