Morir si no es en tus brazos no es nada. Quizás sea una doble muerte. Morir sin ti es morir sola, desamparada y entre lágrimas.
Pues tú lo eres todo; mi comienzo y final.
Te busco entre la niebla, busco tu sonrisa de acuarela, tus labios finos y delicados. Busco que me abraces lento y suave, lento y fuerte al mismo tiempo. Con un suspiro en los labios que sepa a ti.
No hay nada en este mundo que no seas tú y todo el mundo está cegado, eres la luz que ilumina los días, las hojas de otoño lloviendo sobre el asfalto, la brisa entre la arena, una nota en París.
Y eres mi alma. Mi corazón.
Soy tuya y tú eres mío. El destino así lo ha decidido y como tontos hemos caído en su juego, en su dulce y perfecto juego. El juego que me encanta, sin el que no podría vivir.
Volvería a la muerte entre lágrimas.
Y a pensar en tí. Como siempre.
Te quiero.
Se ha metido tan dentro de mi que ni aún abriendome en canal y sacando de mi cuerpo todas mis entrañas conseguirías arrebatarmela.
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