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jueves, 9 de diciembre de 2010

Amargo·Amarga

-Clavado en un bar, Maná-


El humo inunda cada espacio del tugurio y en mis labios baila como una gitana de magia negra, cabellos rebeldes, movimientos suaves y de caderas volubles.

El café, amargo. Amarga mi alma. Y tu número en la cabina telefónica de un rincón del angosto bar.

Recuerdo aquella noche. Era febrero, quizás. Quizás mayo. Seguro no era noviembre, este noviembre que me quema la piel y la vida.
Tan caliente tú, siempre tan caliente. Y yo tan cachondo...
Me mordías la piel y yo tu alma. Engañaste a mi apetito durante tres días y sus tres noches con tu aroma. Hasta que, moribundo y hambriento, como un perro callejero, me perdí de aquella cama para no saber nunca regresar.

Y hoy, estoy aquí. Sé que no me recordarás, nadie lo hará. Seguro moriré a tres o cuatro pasos de aquí sin que nadie llore.

Pero solo por ti, solo por ti yo lo haré, en esta servilleta sucia y amarga de café, sucia de mi.


Se consume un cigarro en el cenicero.
Se consume mi vida, en un cenicero.

2 comentarios:

  1. Un triste final. Cortito pero muy intenso.
    Un beso!

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  2. Intenso hasta el final.
    Si señorita, como el mismísimo café.
    (L)

    PD: no sabes lo contenta que me ha dejado tu comentario. Eso es de lo mejor que se puede escuchar, créeme :)
    Por cierto, de dónde eres?
    Ojalá nos crucemos alguna vez, no?
    Un besico, guapi
    Mua!

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