Mi cabeza es un no parar de tormentas y lava; una marea inconstante que tanto calma como azota mi sien.
¿Que hará una principiante de la soledad en este prado de aire?
No creo que esto sea lo mío, pero al menos es mi decisión. Esto es el resultado de cábalas perpetuas, de salados remordimientos y de amor derretido que vagaba por las superficie de mis mejillas. Es lo que he elegido.
Piensa en dentro de treinta años. No quiero contarle a mis hijos la vida que soñé o imaginé, sino la que viví y disfruté. No quiero leer novelas de aventuras que me lleven a lugares exóticos donde todo es posible; quiero pisar lugares que me encanten con un solo vistazo y en donde todo lo que soñé pueda realizarlo al quererlo con el alma.
¿Que si me arrepiento?
Todos los días.
¿Qué si pienso en él?
También.
Pero esta es mi vida, quiero saciarme de ella, tragarla a grandes bocanadas de humo blanco y expirar mi vida aún con el sabor de ella en la boca.
Ojalá que todo sea más dulce.