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lunes, 17 de agosto de 2009

Creación



De hojas de marfil, puños de nata, pétalos de amapolas y cantos de cigarras, llegó ella empapada de una costilla y repetidamente hermosa. Suave perfil de bambú y ojos de aceite de oliva.

¡Vaya locura tras siete días!

Locura de belleza y derrame de suavidad que desprendía la niñita de tierno color café, Eva.

Sus caderas formaban cataratas de cera derretida olor vainilla, resbaladizos poros de vainilla al aire libre, y ella, tapada con una hoja que olía a hierba fresca.

Su pelo era color arena mojada a orillas del mar y ondeaba como las mismas olas, se dejaba llevar por las gotitas de viento que desprendía su sonrisa pendiente de perlas de cal y arena.

Tenía manos cuales ramitas de olivo, finas, delicadas y olor aceituna.

Abrió los ojos y saltaron chispas de sus pestañas, el sol dejó que un rayo se deslizase por la superficie de sus ojitos marrones, que se resbalase por sus lágrimas e hiciera que brillasen al son de cada anochecer.


Tenía humor en cada uña y pelo, en cada diente y en cada mirada, sonrisas y caras estrañas, burlas y carcajadas hacían de ella maravilloros remolinos de sonrisas y abrazos.


Le tomó de la mano y le enseño uno a uno los rincones que compartirían juntos, las historias que les rodearían, a quienes crearían juntos y el césped que acunaría a estos. Le mostró su piel transparente para que pudiera ver cómo se aceleraba su corazón cada vez que aparecían esos preciosos hoyuelos en su cara.

Y su cuerpo, vivo, caliente y en plena acción, agitación y entusiasmo de tenerla tan cerca, de sentir cómo su piel interactuaba con sus labios, cómo eran dos piezas que encajaban perfectamente.


Él jamás había creado algo tan perfecto como ella.

domingo, 16 de agosto de 2009


¿Y tú, también te guardas un As en la manga?


lunes, 10 de agosto de 2009

Dosmilímetros

Te necesito aquí a mi lado,
Tan cerquita que me haga daño
Y me roce las
Asperezas.
Lujuria empedernida
Ultra potente de
Intensa atracción
Sentimental.
Obstruyes el poco juicio que me queda

Barco de papel

Memorizo los sueños, para que luego, cuando ocurran pueda decir que había algo dentro de ellos que me recuerde a lo que en realidad no fueron mis sueños, para poder decir que se cumplen como una idiota que en realidad cree en lo más increíble que existe.



¡Joder! me duele el alma de no poder poner un paso delante del anterior. Me pesa la suela más etérea que existe, me pesa como hormigón armado y hace que me salgan ampollas en el corazón.


¿Porqué no puedo seguir? Creo que me merezco un poco de facilidad a la hora de tener suerte, pero Él no lo cree y me tortura; me separa de mis sueños y luego al final, van y no ocurren.

Pero yo sigo creyendo que algún día lo harán.





Estoy en un barco de papel en medio de un mar y el barco de deshace y se vuelve masa de periódico vano. Estoy ahogada en lárgimas mezcladas con mar, marco incomparable para derrumbarse entre sal aguada.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Cientos y muchos

Todos conocemos a los modistas más famosos del mundo, esos que cobran millones por coser y dibujar.

Ellos hacen que nuestra vida se complemente con diferentes momentos, hacen que le pongamos más color a nuestro día a día, que seamos diversos y que llenemos nuestros armarios de belleza hecha a máquina.
Se esfuerzan y desvelan por nuestro bien, por nuestra felicidad y armonía, y por esa preocupación que les lleva al límite de sus precios, hacen que cada trapito se convierta en un tesoro real.

Me pregunto qué sería de nosotros de tener que vivir sin ellos: Dioses de las formas y excéntricos de la hermosura.
¿Qué haríamos nosotros sin sus diversos y extensos bolsillos?

Tengo la respuesta: No gastaríamos cientos de euros cada año en sus numerosos “cambios de moda” en sus múltiples giros sobre qué “se lleva” y qué “no se lleva”, en sus asquerosas firmas. A mí cuando firmo en una hoja, nadie, absolutamente NADIE se pelea por mi firma ni por esa hoja que, a veces, está en blanco o arrugada.

Y es que la culpa es nuestra porque somos unas marionetas que consentimos toda influencia televisada que nos metan por los ojos, dejamos que nos influyan igual que chiquillos en el patio de recreo, permitimos que nos coman el coco y degollen nuestro conformismo diciendo eso de que hay que superarse a uno mismo cada día.


Mi opinión es simple. Si en juego está nuestra vida cotidiana, nuestro bienestar, armonía y demás patrañas, ¿por qué dejar todo eso en manos de un hombre que se pasa la vida de billete en billete en Milán?

Yo propongo muy seriamente que cada cual se haga a sí mismo, que se forme, que saque al artista que lleva dentro y haga de su aspecto exterior un reflejo del interior. Que no se guíe por modas que firman uno u otro, que empaquetan tu aspecto y lo categorizan y por lo cual cobra un ojito de la cara.


Y todo esto viene a que el otro día fui a una tienda normal, de estas que encuentras en cualquier centro comercial, y no encontré nada a mi gusto (hay que mencionar que la tienda era enorme) y ya cabreada fui a dónde se encontraba la dependienta de turno y le pregunté respecto a que no tenían más que un estilo de ropa en la tienda.


¿Adivinan que me contestó?

Que era la moda.