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domingo, 31 de enero de 2010

Un paseo del que no se escribió final.


María caminaba despreocupada por el paseo.
Era de noche, y una fina llovizna cubría su cara, sus manos, sus hombros... había decidido salir así, sin chaqueta siquiera, aunque aún fuera principios de primavera. Tenía sed de verano. Tampoco había cogido su iPod, porque tenía esa canción en la cabeza y llevaba el pulso con los pies pese a que llevaba todo el camino intentando evitarlo, tenían vida propia y se movían al ritmo de la melodía. No llevaba los cascos, porque esa noche quería escuchar las olas desvanecerse como fantasmas agotados sobre la arena, como guerreros derrotados, como una mujer tras un orgasmo, como su saliva sobre los labios. Su cabeza se movía de un lado al otro, dejándose llevar por la brisa, que a pesar de ser suave y limpia, a María se le antojaba fuerte, poderosa, incontrolable, y entonces su pelo empezaba a ondear al rededor de su rostro.

Una mano agarró firmemente su antebrazo y le paró en seco. María asustada miró hacia atrás y le vio. Ella era impredecible, incluso habían empezado a gustarle las sorpresas desde que ella se había interpuesto entre sus planes de futuro y la realidad. Era tan linda, tan terriblemente linda, que con solo ver su perfil cortando las gotitas de agua, ya se le había abierto una sonrisa en medio de la dichosa cancioncilla de su mente. De repente se borró todo. Todo. Todo. Y solo estaba ella, sus labio inferior carnoso empujando al superior fino y puntiagudo, su nariz delgada pero con forma, sus ojos oscuros, grandes y achinados, sus pestañas largas y morenas, y su pelo ondulado y castaño.

Ella era así, linda, sin maquillaje siempre, con coleta o sin ella, en tirantes o en pelotas.

Era perfecta.






miércoles, 27 de enero de 2010

El pobre Felor


Había una vez un lobo feroz que se llama Felor, que se hizo amigo del caballito gris, y así felices de la manita, se fueron a París.
Ambos, se encontraron allí con el lobo de Caperucita, con el que decidieron ir a pasear a o largo del Sena. Durante el trayecto, se cruzaron con otro lobo de una niña de nadie, y claro, los lobos de niñas de nadie parecen menos importantes, y los demás tienen derecho sobre ellos. Así pues, el lobo de caperucita, se lo comió.
Y estuvieron con un camello, que tenía un camellito chiquitín que tenía patucos morados, porque su mamá había decidido que ni rosas ni azules, así que eligió el intermedio, que comenzó a llorar tras ver tanta sangre del joven lobito.
Los pececillos del villancico de la virgen en el río, que andaban bailando de vacaciones, volvieron a las profundidades y le contaron al niñito Jesús lo que acababan de ver.

Y Felor, triste de haber visto al lobo de caperucita cometer tal barbaridad, volvió tristísimo a casita.






Texto nacido de la imaginación de Irene, foto adjunta :)







lunes, 25 de enero de 2010

La mami de Sophie


Calladita apareció la pequeña Sophie de debajo de la cama.

Estaba tan asustada que tartamudeó antes de ser capaz de abrir la boca. Sus pestañas no querían levantarse, ellas también temblaban de terror, incluso las finitas venas de Sophie pararon por un momento la sangre que circulaba por ellas para no hacer ruido, y así, con el corazón encogido y en pulcro silencio, asomó la morena melenita lisa como una tabla hasta debajo de la mandíbula, de entre las patas de la enooooooorme cama de mamá. Pero ella no estaba.
Con pasitos como los de los ladrones de las pelis, se arrastró de pared en pared hasta llegar a la cocina. Mamá estaba allí, en un rincón, con las piernas entre los brazos y moviéndose hacia delante y hacia atrás, y como tenía la carita escondida entre ellas, el ratoncito de mami tuvo que acercarse y tocarle el pelo. Mamá levantó la cabeza y unos ojos asustados inundados en lágrimas y una pintura morada en algunos sitios de la carita, miró a Sophie. Le abrazó como aquella vez que no miró a ambos lados de la carretera y casi se la lleva volando un camión, pero esta vez el abrazo fue más fuerte.

Como si fuera una despedida.
Como temiera que Sophie fuese a echar a volar, o quizás lo fuese a hacer ella.
Como la última vez que le abrazó la abuelita antes de irse al cielo.


¿Qué tonta mami, verdad?











domingo, 24 de enero de 2010

Dios sabe como...



La pobre Paola se escondió en el fondo del estrecho bar, entre la máquina de tabaco y la barra, junto a otras muchas personas que buscaban un recobijo donde no entrase el sol y tan al fondo que no llegase el sueño en su turbia nube.
Se escondió en el baño y echó mano de los polvitos mágicos que le dan miedo al cansacio, para que no se la llevase con él.

Despertó mucho más tarde. Dios sabe dónde, Dios sabe cuándo, Dios sabe con quién.

viernes, 22 de enero de 2010

Lamiradacalentita




Otra vez sola, como siempre acababan las historias, decidió no volver a amar.

Apareció de nuevo una mirada cálida de esas que abrazan sin tan siquiera quererlo.
Se acercaban las Navidades y el frío se amontonaba en las aceras, acechando cada uno de tus ·calentitospasos·, para abordarlos en cualquier momento de despiste y engullir el escaso calor que te quedaba.
La Chica del Pañuelo Azul no quería que se le enfriaran sus ·piececitosdeporcelana·, ella quería unos ·piésdemielconlechecalentita· y la pobre, no pudo resistirse a la tentadora idea de tener una mirada calentita para arrullarle.

Las luces, el árbol, los regalos... esos son momentos que nada ni nadie puede estropear, pero en cambio, la primavera es autosuficiente, no necesita compañía, ni luces, ni regalos.

Esa mirada al parecer, también tenía miedo de que se le congelasen los piececitos y, por lo visto, La chica del pañuelo azul debía tener por aquellos entonces una preciosa mirada ·colororoderretido·, ideal para Navidad.


Algún día el oro se convertiría en tan solo, agua.

domingo, 17 de enero de 2010

Silencio...








Hay días en los que, simplemente, no tenemos nada que decir.







Gritan paz por las calles.
Le ponen etiquetas.
Paces domesticadas cubren la verdadera.

viernes, 15 de enero de 2010

Haití


Hoy solo silencio.
Todo el mundo enmudece y llora callado.
Las calles desiertas y el silencio hace eco en las paredes.

Solo un rincón del mundo, siempre a la sombra, es al que le toca gritar hoy.
Le toca reivindicar lo que es suyo.
La dignidad.
La VIDA.

Haití chilla y gemidos de desesperación se oyen como tambores de guerra,
cruzan mares y océanos, y aquí se escuchan como simples cantos de pájaros a lo lejos.
Y aún así.
Todos callamos y nos desesperamos.





¿De qué se llenan las almas cuando a nada, le quitas más de nada aún?








lunes, 11 de enero de 2010

Gominolas de ositos



Y el niñito de sonrisa picarona, pelo rubio brillante y ojitos delicados, volvió la cabeza y susurró:

-Los besos de las chicas saben a gominolas de ositos, verdad?



Y nadie pudo decirle que no.

viernes, 8 de enero de 2010

Brillo de Mayo



Los pájaros cantaron entre las amapolas, madrugadores ellos y tu, y tu sonrisa y tus rizos dorados con la luz de Mayo golpeando en el balcón abierto, en las sábanas colgando y en tu sonrisa que estaba brillando.

Brisa que huele a primavera.

Y tu perfume que huele a moras.


Y tus besos, que son de fresas rociadas.






Por mucho que adore el invierno, debo confesarlo:

Mayo, te echo de menos.

lunes, 4 de enero de 2010

Solo escucha aténtamente





Y aunque a veces se me escape entre las rendijas de la lengua, se distorsione en mi vergüenza y sin querer se me atraganten las palabras;
sabes que solo con oír mi pecho respirar, mi corazón latir e incluso mis labios sonreír,
puedes escuchar que


Te Amo