Amanecíamos un Tú y un Yo.
Nunca un nosotros.
No me preguntes por qué, pero nuestras sábanas nunca amanecían abrazadas como en las habitaciones de los amantes normales. Siempre despertábamos al mismo tiempo, y siempre al mismo tiempo, sabíamos que estaríamos solos en este mundo.
Y a pesar de que sí follábamos -y lo hacíamos como auténticos animales- no había amor en aquella habitación, como en el resto de la casa. Follábamos como se hace en un hotel, como se hace un sábado a las 4 de la mañana cargados de heroína hasta las cejas.
Era sexo con pasión, mas nunca con amor.
Cada mañana desayunaba con el dolor pegado a los labios; el dolor de tener alguien tan cerca sabiendo que jamás llegará a amarte, y que tú jamás llegarás a amarle.
Me besabas en la frente como si realmente lo hicieras con ternura, y yo cerraba los ojos, como si pensase que la había.
Eramos un par de payasos en un circo triste, cruel, amargo y silencioso.
Y aún hoy, no me salen las lágrimas por estos ojitos secos.
Hoy solo puedo velar tu tumba, pero jamás sufriré.
Pues jamás te amé.
"Me besabas en la frente como si realmente lo hicieras con ternura, y yo cerraba los ojos, como si pensase que la había."
ResponderEliminarcon eso me has matado, totalmente.
muaaac!
A me has matado con: "
ResponderEliminarY aún hoy, no me salen las lágrimas por estos ojitos secos.
Hoy solo puedo velar tu tumba, pero jamás sufriré."
Me ha gustado mucho este texto, ¡aunque sea tan triste!
Y yo que digo ahora, si me he quedado muda??.
ResponderEliminarBellísimo y sentido texto.
Un beso!
Como dos marionetas sin dueño
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