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jueves, 2 de septiembre de 2010

Huyendo como una cobarde





Fuiste una jodida puta.

Indagaste en su pecho para llevarte su alma contigo y meterla en tu riñonera de las almas enamoradas. Supongo que lo hacías así con todos, ya que tú jamás podrías amar, al menos llevarte el amor de otros contigo. Nunca abrirías tu corazón a nadie -para eso tenías la entrepierna-. No sabías lo que era la dulzura del amor, y tampoco lo querrías probar con esa mente de niña.

Y esa noche... maldita esa noche en la que te conoció. Con tu Malboro entre los labios y la desvergüenza entre las piernas. Fumando a caladas largas y expirando aros. En el bolsillo trasero del pantalón guardabas los condones, veinte pavos en el sujetador de lunares negros; nunca llevabas bolso, para no dejártelo en ninguna habitación ajena. Esa noche te pintaste las pestañas, y los labios de rojo. Te sentaste en el taburete sin cruzar las piernas.
Y ahí se perdió.
Locura de alcantarilla que acabó rodando entre las sábanas de una pensión.

Y a la mañana siguiente desapareciste por la puerta trasera. ¿Te pensabas que estabas en una película? No, bonita.
Y aún te busca.

Y tú aún sigues siendo una adolescente con arrugas en los recuerdos infames, huyendo del amor por ser una cobarde.

3 comentarios:

  1. Mis palabras no tienen purpurina pero si son sinceras. Escribes muy profundo y me gusta.
    Un beso.

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  2. "Nunca abrirías tu corazón a nadie -para eso tenías la entrepierna"

    WOW

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  3. Qué cruda y qué bien descrito.
    GUAU.
    PD: estoy contigo en que el vestido merece, al menos, peinarse...xD.
    Mua!!

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