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lunes, 4 de octubre de 2010

Solo tú y yo.


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El sol tostaba mi cadera bajo la fina tira del biquini. La brisa del mar ondeaba mi pelo sobre tu pecho y la sombra de la palmera se deslizaba sobre tu cara y tu pelo. Tenías los ojos cerrados y una media sonrisa dibujada como una acuarela; fresca, suave y linda, entre tus mejillas sonrojadas (tu piel clara siempre se quemaba en verano). Sabía que estabas feliz. No solo por la sonrisa. Tu dedo pulgar cosquileaba un círculo en mi hombro, suavemente, tanto, que bien podría haber sido el viento. Pero no, eran tus manos de nieve, relajadas, sin tensiones y felices.

-Qué guapo estás.

Abriste los ojitos verdes muy despacio y me miraste fijamente.

-¿Tú crees?

Asentí.
Volví a apoyar la cabeza sobre tu pecho calentito, oyendo cada uno de los latidos que aún sé que me dedicabas, uno a uno, y los iba guardando en mi cajita de los recuerdos, muy despacito, para que no echasen a correr al mar como solía suceder en esto del amor.

-Tú lo eres, princesa.

Abrí rápidamente los ojos y me incorporé como un rayo.
Me paralizó tu cara. Tu cara tan bonita, tus labios finos como el trazo de una pluma. Tenías cerrados los ojos, pero conocía perféctamente qué mirada había bajo aquellos párpados; la tenía registrada, y con solo verla en mi mente, me enamoró un poquito más.

-Me gustaría parar el tiempo y disfrutarlo solo tú y yo.

Digiste en un susurro, casi para ti mismo.


Solo me quedó regalarte un beso.
Y toda mi vida entera, toda la eternidad, toda ella.
Toda de mí.

4 comentarios:

  1. Hola amiga, se que te debo una actualización con la explicación sobre mi nick, pero se me ha roto el pc y estoy de prestado. Tendrás que esperar una semanita hasta que me traigan el nuevo ;)
    Un beso.

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  2. Regalar tu vida
    el mejor acto de amor.
    Solos, tú y el.

    (qué nostalgia veraniega)

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  3. yo una vez quise coleccionar latidos, pero al llegar al ochocientosnoventaytres me cansé y dejé que se fueran.


    (un té
    de las cinco)

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