Había una vez un lobo feroz que se llama Felor, que se hizo amigo del caballito gris, y así felices de la manita, se fueron a París.
Ambos, se encontraron allí con el lobo de Caperucita, con el que decidieron ir a pasear a o largo del Sena. Durante el trayecto, se cruzaron con otro lobo de una niña de nadie, y claro, los lobos de niñas de nadie parecen menos importantes, y los demás tienen derecho sobre ellos. Así pues, el lobo de caperucita, se lo comió.
Y estuvieron con un camello, que tenía un camellito chiquitín que tenía patucos morados, porque su mamá había decidido que ni rosas ni azules, así que eligió el intermedio, que comenzó a llorar tras ver tanta sangre del joven lobito.
Los pececillos del villancico de la virgen en el río, que andaban bailando de vacaciones, volvieron a las profundidades y le contaron al niñito Jesús lo que acababan de ver.
Y Felor, triste de haber visto al lobo de caperucita cometer tal barbaridad, volvió tristísimo a casita.
Texto nacido de la imaginación de Irene, foto adjunta :)
que niña tan requetemona.
ResponderEliminary no sé pq al leer lo del lobo de caperuzita
me acorde de caperuzita en manhatan, un libro que me gusto mucho; lo leí hace años y lo sigo recordando.
y la canción me gusta,
nunca la había escuchado.
Adoro la imaginación de los niños y su lógica aplastante!
ResponderEliminarEstudio eduación Infantil, y tengo una asignatura que se llaman Creatividad y expresividad en el enguaje infantil en el que nos tocó hacer un trabajo aí: dejar volar la imaginación y lol que saliera, tuviera logica o no.
Ni un/a solo/a alumn@ consiguió nada parecido al maravilloso cuento de Irene.
¡Qué envidia!
¡Pues muy buena imaginación tiene Irene!
ResponderEliminarUn beso:)