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domingo, 18 de octubre de 2009
Mi niña.
-Empezaré por el principio y lo más esencial: Sus besos fugaces que dejaban restos de carmín en mi falda y rimel en mis bragas. Se revolcaba por mis sábanas como ·Pedoporsucasa· enredándose igual que una niña y jugando con mi ropa interior mientras me bañaba a ·mordedurasenlosmuslos·. Me hacía reír y reír antes de entrar al grano. Y en el fondo, a mí me gustaba que fuese esa niña que nunca pude ser.
Ella era una imagen tierna, que al mezclarla con barro, se transformaba en la mujer que yo deseaba, la de la lengua larga y juguetona, la de los tacones altos, la de los dientes afilados, la de los labios llamativos, la del perfume enloquecedor, la de la minifalda cortísima, la de la ·entrepiernaancha·, y la de las miradas seductoras. Cuando se mezclaba con barro era MI niña y yo manipulaba su saliva a mi antojo.
Al despertarse por las mañanas, abría los balcones de toda la casa y dejaba que la fina brisa del Mediterráneo despejara los restos de sudor que pudiesen quedar por toda la casa.
Pero un día, la fina brisa se convirtió en un fuerte viento, que mezclado con susurros y llamadas lejanas, hiciera que Mi niña volara.
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Las fotos que ponés son hermosas, siento están llenas de vida.
ResponderEliminarQuiero probar cómo es andar con tacones rojos altísimos.
Comentale a TU niña que si puede me enseñe a volar.
Me gusta la brisa del Mediterráneo :)
ResponderEliminarMuaks!