Verte con esa mirada, buscando la mia, queriendo huir de las discursiones ajenas, de los problemas mundanos, de todo... esa mirada picarona y deseosa que me lanzabas muy discretamente, pero lo suficientemente llamativa para que me diese cuenta de que todavía no te habías guardado las manos en el bolsillo, de que todavía tus manos llamaban a las mias.
No pude resistirme y mira que me apenaba abandonar aquella situación en la que estaba metida hasta el cuello, pero tus labios me llamabana a gritos insonoros y silenciosos.
Mis manos se acercaron a las tuyas y de ahí en adelante solo se separaron para deslizarse por tu pelo y llevarme al paraíso del hueco de tu espalda.
No olvidaré el tacto que tenía mi nariz rozándo la figura de tu mandíbula, cortando la sombra estrellada que nos comía y bañaba tus palabras de un tono brillante y llamativo cual mago que encandila cada uno de sus trucos y volviste a dejarme con la boca abierta... soy tu público, peraparado para el espectáculo.
Pienso en tus ojos, pienso en tu boca, pienso en tu cuerpo niño sin ropa.
Pensar en cosas bonitas antes de dormir atrae a los sueños llenos de cosas mágicas :)
ResponderEliminarmuás!
La repetición inevitable del hueco de su espalda, como siempre.
ResponderEliminarAborrezco pensar en cada parte de su cuerpo, pero es una buena enfermedad