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jueves, 1 de octubre de 2009
Reparto
La chica del pañuelo azul permaneció expectante tras las cortinas pálidas mientras que todos los edificios, absortos, miraban fijamente a los ojos del Crepúsculo, abriendo sus pupilas y dejando peinarse de color oro hasta la última parte de sus muros de piedra caliza. La luna estaba tras la torre esperando que el sol se perdiera por las praderas del horizonte, dejando su huella en la superficie de sus labios fríos y llenos de cunas, de canciones, de besos secretos, de despedidas... y de lágrimas como las que la chica del pañuelo azul derramaba incesantemente.
Por fin, la luna llamó la atención y tuvo el apoyo de las miles de millones de estrellas que cantaban aquella canción que cada noche acompañaba a la chica del pañuelo azul hasta el faro, en forma de silbidos llenos de suspiros.
Se sentó en lo más alto del faro y como cada noche, empezó a contarle sus penas a las estrellas, a las gotitas de agua, burbujas de espuma, granos de arena, conchas, aire, frío y humedad como si de sus hijos se tratasen. Les contaba historias llenas de amargura y de dolorosos amores que pasaron, mas nunca les contó las historia que esa noche relataría con el corazón encogido y arrugado y las manos en puños, puños tan fuertes de se dejaría marcadas las uñas en la palma de la mano.
Primero respiró profundamente, se quitó por primera vez el pañuelo y comenzó:
-Empezaré por el principio y lo más esencial: Sus besos fugaces...
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Me gustan las chicas que no son las chicas si no un nombre. Marta tenía un pañuelo azul.
ResponderEliminarmiau