Había echado tanto el falta sus almohadones de plumón, sus trajes de satén, su moqueta, las zapatillas calentitas de conejitos rosas... pero jamás echó en falta los collares de perlas, las amigas que te escupían a espaldas, el tener que estar siempre perfecta, a su madre y a las gilipolleces de su padre -tener que llamarlo papi, por ejemplo y sin profundizar-.
Ahora sentía de nuevo el fresco aire que soplaba a su ventana cada amanecer, el sonido de los pájaros del despertador con caritas de princesitas, los muebles blancos y el olor a café que preparaba Jesusa en la cocina, su uniforme, que tan elegantemente vestía y lucía sin reparo alguno... nada había cambiado, incluso seguían por ahí las revistas de adolescentes que leía en las fiestas de pijamas. Todo le había esperado y ahora se sentía cómoda allí tirada. Hacía tanto que no suspiraba con tono de "hogar, dulce hogar" de hecho, creo que nunca había pensado esa frase; siempre había odiado todo aquello, el estátus social, la vida ajetreada y materialista, pero tampoco le gustó la aventura de drogas, libertad y vivir al día. Así pues, el volver a dónde realmente la querían, significaba un claro hogar, dulce hogar para ella.
Al fin.
y un hogar dulce hogar, muy difícil.
ResponderEliminara mi tampoco me gustaría esa vida, demasiada hipocresía, pero siempre quise aventurar el vivir el momento, el segundo, y que diese todo igual. creo que la vida con drogas por unas semanas y olvidarse de todo, debe de ser una experiencia inolvidable.
pero claro, control, ante todo.
Y no se está en ningún lugar como se está en casa. Siempre llegamos a esa conclusión. Por suerte.
ResponderEliminarYo hoy he descubierto su casita, y si no le importa me quedaré un rato. Y cada día me pasaré a ver qué tiene que contar.
Te sigo, un saludo!
los muebles blancos...qe al despertar le daban energiia para saltar de la cama y qerer empezar el diia...y el olor a cafe... mmm....eso era algo qe le apasionaba...
ResponderEliminarsi, hogar, dulce hogar....
es wonderful!! te qiierooo :)